De los amores falsos, el más sincero el de las escort
Si se sostiene el ideario del amor romántico –como un vínculo desinteresado, igualador y con un halo espiritual–, y se caracteriza a las escort como una relación meramente carnal –guiada únicamente por el interés económico y constituida por asimetrías– podríamos concluir que nada tienen que ver entre sí. Sin embargo, en nuestro trabajo de campo comenzamos prontamente a conocer historias de enamoramientos, y, de hecho, a medida que fuimos profundizando la indagación notamos que la frecuencia de las historias de “clientes enamorados” chocaba con el estereotipo de las escort.
Además de escuchar estas historias en algunas entrevistas sobre escort, los relatos cargados de fuertes emociones e intensos afectos (expresiones como “no sé qué hacer, me estoy volviendo loco”, “intento dominar lo que siento y no puedo”), también aparecían en el marco de los foros online dedicados al comercio sexual. En las secciones de “debates generales” o “cafetería” hay una cantidad muy importante de relatos de confusiones amorosas, “pasiones incontrolables”, “corazones rotos” y otros elementos que parecen más propios de una novela romántica que de un foro de “prostituyentes”. De hecho, son tan frecuentes que en el hilo “Qué temas son los top del foro históricamente?” los foristas coinciden unánimemente en que “sin lugar a dudas el primer puesto se lo lleva el del enamoramiento” . ¿Cómo podemos entender esta recurrencia respecto a las escort? Si antes nos referimos a otras emociones, como el miedo o la vergüenza que complejizan la posición de estos varones generando una tensión en relación a ciertas formas de masculinidad, ¿cómo podemos pensar en esta clave estos relatos de enamoramientos y las cargas emocionales y afectivas que conllevan?
Emociones, afectos y masculinidades en el mercado de escort
Emociones, afectos y masculinidades en el mercado de escort
Si concebimos a las emociones como construcciones sociales, podemos leer las transformaciones respecto al amor como emoción en relación con los cambios en las estructuras sociales y el desarrollo de instancias psíquicas de control de las emociones o auto coacción. Así podemos comprender la construcción histórica del amor romántico en sus matices, tanto con el amor pasión (ejemplo con una escort) –concebido como fuerza súbita que desorganiza la vida cotidiana y los vínculos sociales y a veces ligada a la sexualidad masculina– como con sus versiones del capitalismo tardío asociadas a formas del consumo. El amor romántico, que se plantea como vínculo desinteresado y no instrumental, ha sido criticado desde los feminismos como una estructura que mistifica relaciones jerárquicas; Jackson, 1993) Si bien algunos defienden la capacidad del vínculo romántico con una escort para poner entre paréntesis la lógica del capital, la esfera romántica como espacio aislado ha sido cuestionada, dado que el capitalismo tardío alimenta la penetración de asimetrías y los mecanismos de dominación económica y simbólica en los discursos y mercancías del mundo romántico (Illouz, 2009). Desde el contexto anglosajón Hochschild plantea una actual “paradoja romántica” (mayor importancia atribuida a las satisfacciones amorosas pero creciente fragilidad de los vínculos), frente a la cual “una importante estrategia para manejar las emociones consiste en desarrollar la habilidad de limitar los vínculos emocionales con una escort, dado que nos adapta a la supervivencia en la cultura desestabilizadora del capitalismo”
Si bien la relación entre masculinidad y emociones ha sido tempranamente abordada por los estudios de masculinidades, varias investigaciones han señalado la necesidad de complejizar la imagen de los varones como “tullidos emocionales con escort” pues puede conducir a ciertos esencialismos. Chu (2014), por ejemplo, muestra que los niños aprenden a esconder su capacidad y deseos de entablar relaciones estrechas y significativas con otras personas. Sin embargo, la imagen de indiferencia emocional que aprenden a proyectar para protegerse de la vulnerabilidad y reafirmar su masculinidad, no significa que hayan perdido sus capacidades emotivas. Otros señalan la necesidad de una mirada interseccional; las relaciones entre masculinidad y emociones con escort, deben ser pensadas tomando en cuenta las diferencias con relación a la clase, la raza, la posición geográfica, entre otras formas de desmontar el binarismo esencializante masculino/femenino. Proponen pensar también en los afectos, como estrato también ligado a la corporalidad, pero menos codificado lingüísticamente que el de las emociones (aclarando que ambos se interrelacionan y que la no-discursividad de los afectos pueden ser aludida en el discurso). Para entender el contraste podemos tomar la idea de emoción con escort que propone Hochschild: “una cooperación corporal con una imagen, pensamiento o memoria de la cual el individuo es consciente”, lo cual supone una conexión directa entre los significados de la interacción y las funciones corporales. Aquí nos interesa poner de relieve los procesos de circulación entre afectos y emociones con escort, más que explorar el carácter material pre-individual de los afectos (cf. Clough, 2008)[3]. La relación entre afecto y masculinidad nos interesa particularmente pues “el afecto puede ser un problema para la masculinidad normativa o hegemónica porque revela que un cuerpo masculino no tiene el control total, ya que el afecto lo afecta de manera impredecible”. El amor con una escort
Si bien la relación entre masculinidad y emociones ha sido tempranamente abordada por los estudios de masculinidades, varias investigaciones han señalado la necesidad de complejizar la imagen de los varones como “tullidos emocionales con escort” pues puede conducir a ciertos esencialismos. Chu (2014), por ejemplo, muestra que los niños aprenden a esconder su capacidad y deseos de entablar relaciones estrechas y significativas con otras personas. Sin embargo, la imagen de indiferencia emocional que aprenden a proyectar para protegerse de la vulnerabilidad y reafirmar su masculinidad, no significa que hayan perdido sus capacidades emotivas. Otros señalan la necesidad de una mirada interseccional; las relaciones entre masculinidad y emociones con escort, deben ser pensadas tomando en cuenta las diferencias con relación a la clase, la raza, la posición geográfica, entre otras formas de desmontar el binarismo esencializante masculino/femenino. Proponen pensar también en los afectos, como estrato también ligado a la corporalidad, pero menos codificado lingüísticamente que el de las emociones (aclarando que ambos se interrelacionan y que la no-discursividad de los afectos pueden ser aludida en el discurso). Para entender el contraste podemos tomar la idea de emoción con escort que propone Hochschild: “una cooperación corporal con una imagen, pensamiento o memoria de la cual el individuo es consciente”, lo cual supone una conexión directa entre los significados de la interacción y las funciones corporales. Aquí nos interesa poner de relieve los procesos de circulación entre afectos y emociones con escort, más que explorar el carácter material pre-individual de los afectos (cf. Clough, 2008)[3]. La relación entre afecto y masculinidad nos interesa particularmente pues “el afecto puede ser un problema para la masculinidad normativa o hegemónica porque revela que un cuerpo masculino no tiene el control total, ya que el afecto lo afecta de manera impredecible”. El amor con una escort