Mujeres de compañía

Las mujeres confort, esclavas sexuales, un crimen de guerra japonés

Las mujeres confort, esclavas sexuales, un crimen de guerra japonés

Por desgracia, muchos fueron los crímenes cometidos por ambos bandos en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, pero también es cierto que algunos de ellos destacan por su grado de brutalidad extrema. Ese es el caso de los abusos cometidos por el Ejército Imperial Japonés contra las mujeres de los países ocupados, muchas de las cuales fueron víctimas de maltrato y vejaciones cometidos contra su dignidad e incluso su humanidad. Estas mujeres fueron definidas por los nipones como ianfu, palabra que significa "mujeres de confort" (el término coreano para referirse a ellas es eianbu). De hecho, miles de mujeres y niñas procedentes de numerosos países asiáticos, como Corea, China y el propio Japón, fueron secuestradas y obligadas a actuar como esclavas sexuales, prostitutas a la fuerza, en prostíbulos militares japoneses durante toda la contienda.

UN ENGAÑO A GRAN ESCALA

Pero la figura de las llamadas "mujeres de confort o de consuelo", prostitutas forzadas, surgió mucho antes de que Japón participase en la Segunda Guerra Mundial. En el país, esta práctica se llevaba a cabo desde la Edad Media como una medida implantada para impedir que los soldados, en el transcurso de operaciones de conquista y asalto, violaran sistemáticamente a la población civil femenina. Lo habitual era que fueran las propias autoridades de las poblaciones ocupadas las que se encargasen de organizar servicios sexuales con prostitutas profesionales (karayuki-san) como medida de protección hacia el resto de mujeres. Aunque, de hecho, el tráfico organizado de mujeres en el continente asiático empezó alrededor de 1870, no sería hasta 1919 cuando, tras la abolición de la prostitución por parte del gobierno japonés, la práctica del trafico de mujeres para ejercerla se convirtió en una autentica lacra para el país. Prostitutas esclavas.

El historiador alemán Bernd Stöver, especialista en temas de la Segunda Guerra Mundial, cree que el número de mujeres secuestradas para estos fines antes del conflicto pudo ser de 200.000, pero después ese número pudo haberse incrementado hasta alcanzar las 400.000. Las víctimas de este horrendo tráfico eran sobre todo mujeres y niñas de entre doce y veinte años procedentes de Vietnam, Taiwán, China, Malasia, Filipinas y Corea, que, engañadas con falsas promesas, eran subidas a barcos mercantes para acabar hacinadas en burdeles denominados eufemísticamente "estaciones de consuelo" o "centros de solaz". La prostitución se distorsionó.

Tras la salvaje actuación del ejercito imperial japonés durante la masacre de Nanking en 1937, donde miles de muchachas de todas las edades fueron violadas y torturadas, no eran prostitutas por gusto, el mando militar japonés decidió traer desde Japón a profesionales del sexo para intentar poner freno a la brutalidad de los soldados con las civiles chinas. Pero descontentos por no poder excederse con las mujeres traídas desde Japón, los soldados japoneses decidieron no acudir a estos prostíbulos "oficiales" y prefirieron salir de nuevo a la calle a seguir violando a mujeres chinas a cambio de perdonarles la vida.


PROSTITUIRSE O MORIR

Con la situación desbordada y el prestigio del ejercito japonés seriamente dañado, el alto mando decidió tomar una decisión que afectaría gravemente a los derechos más elementales de las mujeres de los países ocupados: convertir a miles de ellas en esclavas sexuales, prostitutas a la fuerza. Estas mujeres, obligadas a ejercer la prostitución contra su voluntad, y cuyas vidas se vieron completamente destruidas, tuvieron que soportar además insultos y vejaciones por parte de los militares japoneses que las calificaron de "retretes públicos". De todos los países afectados, China fue el país ocupado que más sufrió la política de las "mujeres de confort". En el gigante asiático se sucedieron secuestros y amenazas de muerte a los familiares de las jóvenes. Muchas eran seleccionadas tras la masacre de alguna de aldea, y sus condiciones de vida eran absolutamente infernales. Además de verse sometidas a actos sexuales ignominiosos y vejatorios, eran torturadas hasta extremos absolutamente inhumanos.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, aquel terrible capitulo de la historia fue uno de los que fueron juzgados por los tribunales en el conocido como Juicio de Tokio, y décadas más tarde fue denunciado por numerosas organizaciones defensoras de los derechos humanos. Pero aun a día de hoy se desconoce el número real de mujeres que sufrieron aquellas humillaciones. La principal razón de este desconocimiento se debe a que, ante la inminencia de la derrota, el ministro de guerra japonés ordenó quemar cualquier documento que pudiese resultar incriminatorio para su país. Con ese objetivo, el 14 de agosto de 1945, el comandante del Kempentai, la policía militar japonesa, envió las instrucciones pertinentes para que se procediera a la destrucción de cualquier documentación que pudiera involucrarles en esos casos.

Esto no es hablar de escorts / scorts / prostitutas ni sexo por gusto, esto es una de las peores caras de la humanidad, esto no debe ocurrir nunca más. Las prostitutas tienen una dignidad como cualquier persona.


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